Máxima
- shannonhurley1004
- 21 oct
- 2 Min. de lectura

Tras casarse con su esposo, Rafael, Teresita (Tere) se mudó a Estados Unidos desde Chihuahua, México. Durante los siguientes 23 años, ella y Rafael criaron a sus dos hijos mientras él desarrollaba su negocio de camiones y ella perseguía su sueño de ser cosmetóloga.
En 2008, Tere compró el salón de belleza de Christina en Las Cruces, donde inicialmente era la única estilista. Al año siguiente, incorporó a dos estilistas más y posteriormente a una manicurista. El local que alquilaba tenía unos 84 metros cuadrados, y pronto se le quedó pequeño. Para comprar un local, contactó con una entidad crediticia local y con WESST para que le ayudaran a preparar su préstamo.
El edificio que quería comprar tenía 120 metros cuadrados y estaba ubicado a pocas cuadras al sur de su local alquilado. El proceso de préstamo fue largo debido a problemas entre el posible prestamista y el vendedor. Tras lo que parecía un impasse, Tere encontró financiación a través de un inversor privado con una tasa de interés muy favorable. El 5 de febrero de 2013, tomó posesión del edificio que se convertiría en su nuevo salón.
Tras renovar el espacio, que incluyó pisos nuevos, pintura, modernización de las habitaciones, eliminación de paredes y reconfiguración de las áreas de trabajo, Tere estaba lista para reabrir el 3 de abril de 2013. Dado que estaba creando un nuevo salón con un ambiente completamente nuevo, decidió que era hora de cambiar el nombre de su negocio por uno atractivo para ambos sexos. Maxim tiene un ambiente fresco y abierto, con espacio suficiente para cuatro estilistas, una manicurista y una nueva esteticista.
La filosofía de Tere es "¡nunca rendirse, pase lo que pase!". Dijo que, a pesar del estrés que sintió al principio, y de la pérdida de dinero por inspecciones, tasaciones y muchas otras cosas, sabía que el vendedor aún quería vendérselo personalmente. En lugar de desanimarse porque el vendedor no quería hacer negocios con su primer prestamista, Tere decidió que el edificio valía la pena. De lo contrario, seguiría alquilando un salón demasiado pequeño, propiedad de otra persona.
Como emprendedora nata, Tere se siente afortunada de poder transmitir parte de su pasión e intereses a su familia. Jennifer, su hija de 17 años, ayudará en el negocio como recepcionista después de clase. Cualquiera que vea el rostro de Tere puede reconocer su expresión de orgullo y logro; y mientras nos muestra su nuevo edificio, recordamos que los sueños solo se hacen realidad cuando se persiguen.



